lunes, 5 de septiembre de 2011

Un pequeño avance...


Dicen que cuando te enamoras, el ser humano lleva a cabo distintos cambios cerebrales. Se sintetiza más dopamina de lo habitual y entras en un estado de euforia permanente… Me giré sobre mi costado derecho y continué saboreando los últimos minutos de sueño antes de que sonara el despertador. ¿Euforia permanente? ¿Que había de cierto en mi pensamiento? Ni yo misma lo sabía. Leí hace tiempo una revista en la que varios científicos aseguraban que el amor tenía fecha de caducidad. No más de 4 años. Recalcaban la lucha interna que siente el ser humano entre su estado de éxtasis y el tormento y miedo ante el abandono. ¿No había técnicas en pleno siglo XXI que evitaran esa incertidumbre? Si yo pudiera, cogería todas esas mariposas que cualquier persona enamorada tiene en el estómago y las encerraría en una jaula para poder mantenerlas vivas hasta la eternidad. Aún así, muchas acabarían muriéndose.

El estridente sonido del despertador me hizo volver a la realidad. A duras penas pude sacar el brazo de debajo del edredón y apagar el dichoso aparato. Esa mañana hacía más frío del que yo podía soportar. Tan rápido como lo saqué, lo volví a meter. Me giré hacia el lado contrario de la cama... y allí estaba él. Durmiendo con su pijama de franela, agarrado a la almohada y haciéndose dueño y señor de la cama.

Y es que hoy era un día muy especial. Aquel 15 de noviembre se cumplía nuestro primer día como marido y mujer, como mujer y marido, como “pareja de bien” que solía decir mi madre. Sin pensármelo dos veces me acerqué sigilosamente hacia el lado de su cama y cambié los brazos de Morfeo por los de Hugo.  

martes, 28 de junio de 2011

¿Casualidad o causalidad?


Según la Real Academia de la Lengua, el término destino significa: 'Hado. Fuerza desconocida que, según algunos, obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos'. ¿Creéis que todo en esta vida está escrito y que poco podemos hacer para cambiarlo?
Independientemente de que creamos o no, el hecho es que la sociedad, a través de las películas “de pasteleo” o las novelas románticas de Danielle Steel o Jane Feather, ha hecho que los humanos nos obsesionemos un poco por el tema. En particular, las mujeres. Muchas de ellas creen que el príncipe azul, o el sapo, según se mire, tiene que llegar en algún  momento. No saben cuándo, ni dónde, pero están seguras de que llegará. Y ahí reside el problema. En el transcurso de la espera, algunas idealizan el amor basándose en, como ya digo, el romanticismo de los films. Sin ir más lejos, la semana pasada fui con unos amigos a ver la obra de teatro Dos hombres solos sin punto com ni ná (la cual recomiendo encarecidamente que vean), y hablaban sobre lo que hoy reflexiono. La mujer ya no quiere que su pareja sea romántica, lo que quiere es que la misma se comporte como un personaje de alguna película que vio hace tiempo y de la que no ha podido olvidarse en años.  Como decía Rodrigo Ponce de León, uno de los dos actores de la obra, se busca un amor completamente difícil de alcanzar. Ponía como ejemplos las películas: Pretty Woman, en la que para que tu pareja sea como ese atractivo Richard Gere primero debe ser un putero (y disculpen mi vocabulario) y luego tú ser una prostituta; y Ghost, donde el enamorado Patrick Swayze debe morir y convertirse en fantasma para hacer soñar a media España. En definitiva, algo completamente surrealista.
 Con todo esto quiero decir que mientras haya personas que idealicen el amor o mejor dicho, idealicen lo que esperan de él, se están perdiendo los pequeños actos que dan sentido a la vida como el mensaje que te envía el chico que te gusta tras la primera cita, ese roce de labios que apenas llegas a sentir pero que te impide coger el sueño… Tonterías que la gente decide obviar y por el contrario obsesionarse por encontrar al moreno, alto, ojos negros, torso atlético, sincero, amable, cariñoso, comprensivo...que a la primera de cambio te suelta un directo “¿en tu casa o en la mía?” y tus ilusiones por tener un idilio romántico con ese hombre perfecto se esfuman de ipso facto

miércoles, 8 de junio de 2011

Así, sin más

Y dicen que "nunca es tarde si la dicha es buena". Así que, allá voy. Mi primera entrada en el blog.

Siempre he sido un poco reticente a la hora de mostrar mis pensamientos a personas ajenas a mi entorno, pero creo que llegado el momento cada uno debe saber cuándo manifestarse ante el mundo tal y como es. No pretendo hacer de este blog un diario personal. Ese típico diario que te regalaban cuando cumplías 15 años, en el que ansiabas escribir lo que te había pasado a lo largo del día; cómo conociste a tu primer amor, contar el que creías iba a ser tu último desamor... Pero no, no pretendo hacerlo. Me gustaría con esto abrir una ventana a pensamientos que deambulan en mi mente y que ya es hora de que se pongan firmes.

Mojácar. Verano 2010
Quisiera por un momento poder cerrar los ojos y evadirme de todo lo que me rodea. Escuchar, solo y exclusivamente, el murmullo del mar, notar la brisa marina en mi mejilla y sentir el abrazo del compañero que disfruta tanto como yo de estos momentos.

Vivimos en una época en la que la desconfianza está a la orden del día. Desconfianza hacia el amor, hacia lo que nos depara la vida, hacia la incertidumbre de la muerte... Tendemos a subsistir en un entorno completamente cuadriculado en el que nosotros mismos controlamos lo que ocurre, sin consentir que nada ni nadie nos tambalee. Pero, ¿dónde queda la magia? ¿Qué ha sido de aquellos momentos en los que nos dejábamos llevar sin más, sin saber hacia dónde nos dirigían nuestros actos? ¿Dónde está el corazón? ¿Acaso nos lo han arrancado de manera tan sutil que hemos olvidado que vivimos gracias a él?

Este mundo requiere a gente pasional, entregada, impetuosa... que se exprese, que sienta y hable, que sufra y actúe. Al fin y al cabo, alguien puro en alma y pensamiento.

Y así es como me presento. Mostrando lo que soy y nunca lo que aparento ser.